Navidad en el Perú-Weihnachten in Peru

DOÑA…NAVIDAD

“…Y todos los años, desde los primeros días del mes de noviembre empiezo a preparar todo, porque el uno de diciembre ya debe estar “armado”, en mi sala, el nacimiento del niño Dios”, dice doña…Cristina, quien se encuentra sentada en un sillón de su sala con varios objetos, los cuales los limpia, los sacude, los revisa, los arregla, piensa, medita, soluciona y…pide ayuda a sus nietos, que están cerca, le alcancen “todo lo que hay que arreglar”

Ya es noviembre y empiezan los preparativos para LA NAVIDAD. Las abuelitas se sientan con sus nietos a limpiar, a sacudir todo lo que va en el Nacimiento para en unos días esté completamente listo todo y ahora sí, en un lado especial de la sala “construirlo”, con adornos, con luces, con ganas, con ánimos…etc.

La encontramos sentada con varias “cositas”. Había animalitos de yeso un poco deteriorados por el tiempo y por haber estado guardados en una caja, bien “apretados”, por casi diez meses. Estaban las “lucecitas pequeñas”, varias de ellas, quebradas, un poco sucias. Algunas de ellas son “probadas” y ya no encienden, no “prenden”. Entonces doña Cristina nos dice que las empieza a limpiar con una franela, las deja bien limpias y tiene que comprar varios focos pequeñitos para cambiarlos y puedan dar luz en el momento que ya están elaborando el Nacimiento.

Y a la Sagrada Familia (José, María y Jesús) junto a los reyes magos y a los pastores, los tiene en una caja grande muy especial y en un lugar muy especial. A ellos los “desenvuelve” y revisa un día antes de realizar el Nacimiento, porque se vayan a romper o porque sus nietos, quienes le ayudan en todos los preparativos, les dejen caer y se rompan o los malogren.

Incluso, doña Cristina, está preparando algunos otros detalles para poder colocar en el Nacimiento. Por ejemplo, está envolviendo papel de color verde y rojo, además le está colocando alrededor muchas lucecitas, muchos focos pequeños, a un molde de fierro que ha enviado a hacer con la imagen de la Sagrada Familia, y que colocará en una parte de la sala, junto al Nacimiento, y que por las noches se encenderá para que irradie la imagen y pueda observarse desde dentro o fuera de la casa.

Ya el lugar de la sala está asignado para el Nacimiento y doña Cristina, durante varios días ha venido pensando, como todos los años, que éste, tiene que ser distinto, diferente. Ha estado pensando en cómo realizarlo, talvez darle una versión regionalista, talvez una versión moderna, talvez una versión de la Sierra peruana, de la Selva peruana o…talvez, dejarla como siempre, con la versión de nuestra Costa peruana. Pero parece que esta última versión será la más conveniente porque, dice, “no he comprado nada este año, para hacerlo distinto. Además el tiempo ya me jugó una mala pasada. Mira, ya estamos diciembre”

Y efectivamente, después de haberla estado visitando por varios días en su casa y de haber estado conversando con ella, de observar cómo sus nietos, los que llegaban, porque no llegaban todos, hablamos con ella y nos dice: “Son nueve nietos que tengo y que me ayudan, aunque en estos días vienen los que pueden porque aún están estudiando…pero el día que ya estoy haciendo el Nacimiento sí quiero que estén todos, porque cada uno de ellos va colocando ‘un animalito’, ‘un adornito’, a los reyes magos, a los pastores, a José a María…” nos exclama la orgullosa abuela. Y pues, ya había que ir programando la visita nuevamente, porque estamos a dos días de empezar diciembre y ya está a punto de “construir” el Nacimiento del Niño Dios. Ya está a punto de empezar “una nueva etapa, una nueva vida…” Porque nos decía que el Nacimiento del Niño Dios es el nacimiento de un niño que llega a la casa, es un nacimiento de un nuevo ser que nos llena de alegría, de emoción. Es un nuevo ser que nos trae progreso, deseos de superación, es un nuevo ser que nos va ayudar a ser mejores, a esforzarnos, a trabajar, a poner más atención, a ayudarlo en su formación, a trabajar por él, a comprometernos con él, a acompañarlo siempre, a ir con él, a caminar con él… “es el nuevo nieto que llega a la casa, el nuevo ser que nos une, que nos acerca…es mi nieto número diez” nos dice muy emocionada doña Cristina: “Ya le estoy preparando todo para la llegada de mi nuevo nieto…”

Y nos pusimos de acuerdo desde hace dos días para hoy, uno de diciembre, reunirnos con ella y sus nietos. Nos preparamos desde muy temprano, porque así nos dijo doña Cristina, “yo empiezo desde temprano a “armar” mi Nacimiento…” Y efectivamente, llegamos a las siete de la mañana y ella ya estaba sacando todas sus cajas en donde tenía guardado todo para el Nacimiento. Por momentos le tuve que ayudar…y empezaron a llegar sus nietos, junto a sus papás o mamá, e inmediatamente, se acercaban a la abuela para saludarla y para preguntar cómo iba a hacer el Nacimiento, qué iban a poner ellos…

Y en la sala estaba todo. Doña Cristina empezó a decirle que ya iba a armar el nacimiento. Los nietos se alegraron y empezaron, primero, a alcanzar cajas vacías y algunos ladrillos, para ir “construyendo una casita” o por lo menos parecerse a una casita pequeña. Y todos alcanzaban lo que se les pedía, incluso, yo…

Luego, pedía los papeles de color verde y marrón, para colocarlos encima de la “casita que se había construido” y darle la forma de la misma. Y nuevamente, todos alcanzaban lo que doña Cristina solicitaba. También algunos de los papás se quedaron un momento para ayudar; pero otros, solo dejaron a sus hijos y se fueron a trabajar. Los niños, inquietos, alcanzaban los papeles, incluso, yo…

Y así fuimos observando cada detalle que se realizaba. Fuimos observando cada situación que se presentaba. Todos, juntos, fuimos observando la creatividad de la señora Cristina en ir realizando la construcción de su nacimiento. Y ya estaba “la armazón”, “la casa”, “la casita” del Niño Dios. Ahora, se debe colocar en cada lugar, los adornos, las imágenes y todo lo que embellecerá al nacimiento.

Los nietos, todos ellos, empezaron a “coger” las imágenes más grandes…y los papás junto a doña Cristina, decían: “…con cuidado! ¡Tengan mucho cuidado se les vaya a caer y se rompa alguno!” Y así, empezaron a ir colocando, uno a uno en la casita, dándole la forma y característica de siempre…un nacimiento de la costa, de la región piurana. Y todos participaban alcanzando, dando más ideas, dando algunas otras alternativas, dando algunas otras opiniones de cómo ir armando el nacimiento. Pero al fin y al cabo quien decidía y/o aceptaba era doña Cristina. Colocaba las imágenes en un lugar, luego probaba en otro, los colocaba, se paraba a mirar, preguntaba si estaba bien y al final quedaba en el lugar adecuado…dándole espacio a todo lo que falta colocar en el nacimiento y observando que el nacimiento “ya va quedando listo…”

Toda aquella mañana y parte de la tarde (hizo almuerzo para todos) estuvimos ayudando y participando de la “construcción” del Nacimiento. Ya cada uno de los animalitos, figuras o imágenes iban quedando en su lugar, en el lugar que doña Cristina junto a sus nietos…y a nosotros…! había colocado. Y terminada la jornada todos se retiran alegres, contentos, felices de haber participado, de haber “hecho”, de haber ayudado en el nacimiento. Y los llegan a recoger por la tarde sus papás o mamás y se van felices y contentos comentando todo lo que han pasado y todo lo que ellos han realizado, junto a la “mamá Cristina”: “…mami, papi, yo puse el caballito, también el pastor…y el burrito y…” Y los arbolitos, algunos de color verde, otros de color blanco, que son artificiales, adornan la sala y por supuesto, la “casita” del niño Dios.

Desde aquél día de diciembre ya se vive la alegría de la Navidad en casa de doña Cristina. Los nietos llegan todos los días y se alegran de ver el nacimiento. Mucho más bonito se ve por la noche, cuando encienden todas las luces.

Durante todos los días del mes de diciembre ya se “vive la alegría de la navidad…”, empiezan a realizar mucha publicidad, gente que vende toda clase de regalaos y objetos para la misma. Algunos ya van comprando regalos para los niños, para los hijos, para los familiares, para los ahijados, para las personas especiales en nuestras vidas, para quienes están cerca, para quienes están lejos…o para quienes nos acordamos o recordamos que en “otro” año no le hemos dado un regalo; pero que en esta ocasión, sí lo haremos.

Doña Cristina, durante esos días se levanta muy temprano y empieza a orar, pide por su familia, por sus hijos, por sus nietos, por todos…! Lo hace por la mañana, en cuanto se levanta; y por la tarde, en cuanto se va a dormir. En algunas ocasiones lo realiza sola, en otras, acompañada de sus hijos o de sus nietos. Mientras tanto la publicidad y los vendedores promocionan panetones, árboles de navidad, juguetes para niños, utensilios, artefactos, promociones, rebajas, ofertas, etc. Algunas personas dan su regalo en cualquier momento del día del mes de diciembre, del día veinticuatro. Otros, en cambio, esperan que sean las doce de la noche.

Pero en cada oración que realiza la familia, se habla de El Consumismo. Ese consumismo que impera en la gente, por “desesperase” y querer adquirir lo que ya tenemos o lo que es una novedad. Incluso dejamos de hacer cosas primordiales y dar importancia a cosas que bien podrían esperar. Doña Cristina y sus hijos orientan a los niños que debemos ver la parte espiritual de las personas, “ las cosas sentimentales en los seres humanos, los buenos comportamientos y las buenas actitudes de los seres humanos. Eso es lo que requiere la Navidad. Eso es lo que quiere Dios, con este ser que nace, con su hijo, con su niño, con Jesús, con Dios…Las personas debemos mirar a las personas. Los seres humanos debemos mirar a los seres humanos. Eso es lo más importante…” se escucha de los labios de la señora Cristina, a sus hijos y a sus nietos. “Esa es la verdadera Navidad”!

Y yo estoy de acuerdo con la señora Cristina…Dios quiero eso de nosotros. Dios se alegra cuando actuamos bien, cuando hacemos las cosas correctas, cuando obramos con bien, cuando estamos bien con los demás, cuando damos prioridad a nuestros sentimientos. Cuando somos solidarios con los demás, cuando ayudamos a quien lo necesita, cuando trabajamos a diario para construir una mejor familia, para tener unos buenos hijos, cuando hacemos una VIDA FELIZ, cuando hacemos una VIDA BUENA y no, una BUENA VIDA… Esa es la verdadera Navidad! Así debemos llevar a nuestro niño, así debemos orientarlo. Esa es la forma en que debemos “enseñar” a un niño. Esa es la manera de guiar a este niño. Crecer con él, junto a él, estar con él…para actuar bien. Para ser mejores los dos…o los tres…o la familia entera. La familia completa. La familia nacional o talvez, la familia mundial.

Y llegó el día 24…todos estamos alborotados por preparar nuestra casa, por tener “algo” en nuestra casa. Por preparar una cena especial para recibir a ese niño que llega y que se quedará con nosotros.

Ya por la noche se escucha que los niños “queman” algunos cohetecillos, las “candelillas” avivan la noche, los papás preparan todo.

Mientras tanto son las diez de la noche y los católicos vamos a la celebración de la misa. Escuchamos y participamos de la eucaristía y el sacerdote nos orienta a vivir siempre con humildad y sencillez, con AMOR, CON VERDADERO AMOR esta Navidad.

Luego vamos a la casa, porque ya son aproximadamente las once y media de la noche. Y llegamos y esperamos unos minutos conversando o preparando algo para la cena.


Son las doce de la noche… Y ES NAVIDAD!! Nos abrazamos, nos saludamos, nos felicitamos, nos deseamos lo mejor, recordamos, lloramos, nos proyectamos, nos comprometemos, nos ayudamos…nos deseamos LO MEJOR! Incluso, salimos a la puerta y saludamos a nuestros vecinos que estén fuera de su casa.

Mientras se va sirviendo la cena, algunos ofrecen regalos y los niños se alegran, se estremecen o simplemente juegan con sus juguetes que les han sido entregados por sus papás, por sus tíos, por sus padrinos o por sus familiares.

¿Y doña Cristina…? Ummm…ella muy pendiente del niño. Ya tiene al niño entre sus manos, lista para colocarlo en el Nacimiento. Es un sentido especial a quien ella le otorgue esa noche, ese día y ese año la posibilidad de “hacer nacer al niño Dios” Y casi siempre es a uno de sus nietos que se encuentre presente o al que se le ha asignado con anterioridad. Ese es el que tiene el privilegio…! Con él y con todos los que están compartiendo esa noche, nacerá y crecerá el niño Dios. Y ese es un compromiso que deben asumir todos. Hacer de ese niño el mejor. Y con él hacer y ser los mejores!

Luego se va a la mesa a compartir la cena. Todos se sientan alrededor. Y se hace la oración. Casi siempre lo hace doña Cristina. Pero si está el papá y mamá de quien “hizo nacer al niño”, ellos oran y agradecen por los alimentos. Y todos juntos oramos. Luego degustamos tallarines con pavo o pollo al horno. Y chocolate con leche y panetón.

Se comparte, se conversa, se compromete, se degusta, se orienta, se ríe, se alegra a todos que ya es NAVIDAD. Todos comparten la cena preparada por la dueña de casa. Se come panetón, se toma chocolate…y los niños casi siempre entretenidos con sus cohetecillos, sus candelillas…Y en la cena se conversa con todos y de todo. Se recuerda cómo se ha ido realizando el Nacimiento. Cómo las abuelas preparan cada año este acontecimiento. Y cómo nos van enseñando a fortalecer nuestra, a seguir creyendo en Dios, a fortalecer nuestro Espíritu…Y todos ya han recibido sus regalos. Algunos emocionados comentan “está muy bonito…justo era lo que necesitaba”

Después de la cena se conversa y se toma vino, para brindar por este nuevo acontecimiento, por este nuevo año…y para “bajar” la grasa del pavo o el pollo que se ha compartido.

Y ya es de madrugada, muy de madrugada. Ya los niños van quedándose dormidos, cansados, otros están de sueño, cerca o recostados en su mamá o cerca de su papá…y llegó la hora de irse a descansar, de despedirse por un momento…de despedirse “hasta más tarde…”

Ya en la cena se habrán puesto de acuerdo para volverse a encontrar o ir a algún otro lugar, para almorzar o compartir…algunos van a la playa a pasar el día. Otros van a almorzar a algún restaurant. Otros se quedarán en casa. Otros salen de viaje. Algunos otros van de visita a algún familiar, amigo o vecino…y se comparte con ellos durante el resto del día veinticinco…hasta que nuevamente llega la noche y se debe ir a descansar para ir, al siguiente día, a trabajar. A seguir con la rutina de siempre. A trabajar, ahora, con el niño y por el niño Dios.

Y doña Cristina ya está pensando en el seis de enero: “LA BAJADA DE REYES” (es otra historia que ya les contaré…) y que por este año ha hecho su mayor esfuerzo, junto a sus hijos y nietos recibiendo al nuevo integrante de la familia…y ya está pensando en cómo volver a esperarlo el siguiente veinticinco de diciembre, y volverles, yo, a contar….!

SANTOS CALDERÓN CARMEN

DOÑA…NAVIDAD

„…alle Jahre wieder, von den ersten Tagen des Novembers an, fange ich an, alles vorzubereiten, weil am ersten Dezember in meinem Wohnzimmer alles aufgebaut sein soll, nämlich die Krippe des Gotteskindes”, sagt Doña Cristi­na, die sich gerade mit einigen Dingen in den Händen in den Sessel setzt. Die kleinen Dinge säubert sie, schüttelt sie aus, sucht nach Schad­stellen, klebt sie und versunken in Gedanken meditiert sie und sucht nach Lösungen und schließlich bittet sie ihre En­kel zu helfen. Sie stehen neu­gierig ganz in ihrer Nähe und eilen natürlich gleich herbei.

Ja, es ist November und die Vorbereitungen für Weihnachten beginnen. Die Groß­eltern säubern und reparieren alles, was so eine Krippe braucht, denn in einigen Tagen soll sie fertig sein und an einem speziellen Ort im Wohnzim­mer geschmückt mit Lichtern und allem möglichen Krimskrams bereit ste­hen. Alle sind mit Freude, Eifer und die Kinder mit hochroten Köpfen bei der Arbeit.

Als wir sie besuchen, sitzt Doña Cristina mit verschiedenem Kleinzeug am Tisch. Da gibt es kleine Tiere aus Gips. Sie sind ein wenig verstaubt, weil sie so lange in einer Kiste lagen, zwar gut eingepackt, aber 10 Monate sind trotzdem lang. Da wa­ren die kleinen Lichter, einige zerbrochen, andere ein wenig angeschmutzt. Einige von ihnen sind schon getestet, vergebens, sie wollen nicht leuchten. So sagt uns Doña Cristina, dass sie alles schön mit ei­nem weichen Tuch säubere und wohl einige neue Lämpchen kaufen müsse, damit die Krippe rechtzeitig in neuem Glanz er­strahle.

Schon ist da die Heilige Familie, Josef, María und das Jesuskind, zusammen mit den heiligen drei Königen und den Hirten. Die waren in einer großen, be­sonderen Kiste und an einem speziellen Ort aufbewahrt. Sie werden vor­sichtig ausgepackt und ganz genau untersucht, denn wie oft, wenn kleine Kinderhände helfen, fällt so ein kostbares Stück hinunter und zerbricht.

Auch bereitet Doña Cristina einige andere Details vor für die Krippe. Sie nimmt feines rotes und grünes Seidenpapier, wickelt es um einige kleine Lichter oder um ein Bild der heiligen Familie und stellt es so auf, dass es nachts sogar von der Straße durch das Fenster zu sehen ist.

Auch der Platz im Wohnzimmer ist schon bestimmt und schon seit Tagen überlegt Doña Cristina, wie alle Jahre wieder, wie die Krippe sein soll, eben jedes Jahr ein bisschen verschieden. Sie grübelt und grübelt, vielleicht sollte sie dieses Jahr einen Hauch vom Heimatort haben, oder doch modern, oder mit einem Hauch aus dem peruanischen Hochland……oder vielleicht las­sen wir doch alles wie immer, eben von der peruanischen Küste. Wahr­scheinlich ist das auch das Beste, denn sie sagt ein wenig traurig: „Nichts habe ich dieses Jahr gekauft, um die Krippe anders zu machen. Außerdem spielt mir die Zeit dieses Jahr einen schlechten Streich. Schaut doch, es ist schon gleich wieder Dezember.”

Ja, wirklich, nachdem ich sie vor einigen Tagen besucht hatte, konnte ich beobach­ten, wie einige ihrer Enkel, die herbeigeeilt kamen – andere mussten noch die Schulbank drücken – mit ihr sprachen: „Neun Enkelkinder habe ich, alle helfen mir, wenn sie können, aber wenn ich die Krippe aufstelle, dann möch­te ich, dass alle da sind, denn jeder darf sein Tierchen oder sein Figürchen oder sogar die heiligen drei Könige oder die Hirten oder Josef und Maria… aufstellen”, sagte die stolze Großmama. Also wurde ein neuer Besuch ge­plant, denn in zwei Tagen fängt der Dezember an und es ist höchste Zeit, die Krippe aufzustellen. Eine neue Zeit beginnt, eine neue Etappe, ein neues Leben…” Denn, so sagt sie immer, dass die Geburt des Gottes­kindes wie die Geburt eines neuen Familienmitgliedes ist, es ist die Geburt eines neuen Menschenwesens, das uns mit Freude erfüllt und die Herzen bewegt. Es ist ein neues Menschenwesen, das uns Fortschritt bringt, Verbesserungswün­sche, das uns hilft, besser zu werden, uns mehr anzustrengen, zu arbeiten, aufmerksamer und rücksichtsvoller zu sein, sein Benehmen überdenken, fleißiger zu sein, mehr uns einzubringen und dieses Kind immer wieder neu begleiten. Wir wollen mit ihm gehen…. Es ist der neue Enkel, der ins Haus kommt, einer, der uns näher zusam­menbringt, ….es ist der zehnte Enkel, sagt uns eine ganz bewegte Doña Cristina“. Ich habe schon als Kind ganz früh angefangen, meine Krippe zu bauen, ja,……wirk­lich, als wir um sieben am Morgen kommen, da ist sie schon mitten drin. Alles steht bereit.

Zuerst wollte ich helfen, aber dann stürmten die Enkel herein, begleitet von Mama und Papa, stürmten gleich auf die Oma zu, denn jeder wollte helfen. Sie hüpften und schrien vor Freude, dann schleppten sie sogar Lehmsteine herbei, denn es soll­te ein richtiges Haus sein. Alle fassten mit an, selbst ich….

Mit grünem und braunem Papier wurde das Haus eingekleidet und alle liefen mit eifriger Miene, um der Oma zu helfen. Selbst einige Papas legten mit Hand an, an­dere feuerten nur ihre Kinder an, die immer unruhiger wurden. Ich sah mich ver­setzt in meine Kindertage hier im Hause. Alles wurde genau beäugt. Doña Cristina war unwahrscheinlich kreativ und ließ ihre Ideen spie­len. Und schon war alles auf­gestellt, das Haus gebaut, die Krippe für das Gotteskind, allen Schmuck, jede Klei­nigkeit, um die Krippe die Schönste der Welt werden zu lassen. Wie oft mussten da die Papas ihre Kinder zur Vor­sicht ermahnen: „Halt, lauf nicht so schnell, sonst lässt du den Josef fallen und er zerbricht….” und so entstand langsam eine Krippe, so wie sie Maria und Josef an der Küste im Norden Perus in der Region Piura vor­gefunden hätten. Manches wurde natürlich wieder ein bisschen geändert, beäugt und die Enkel riefen, “nein, besser so, nein, ich weiß es besser”, man probierte hier, dann da, “nein, hier ist es besser “nein, in meiner Nähe soll es sein, bei meinem Tier, ich will näher beim Jesuskind sein, usw. aber letztendlich ent­schied oder besser gesagt akzeptierte Doña Cristina alles.

So verlief der Morgen und beinahe der ganze Nachmittag und Doña Cristina vergaß auch nicht das leibliche Wohl und bereitete uns ein vorzügliches Mittagessen. Alle gingen fröhlich, zufrieden und auch glücklich nach Hause, mit dem Gefühl: Ich habe heute eine Krippe gebaut oder: „Mama, Papa, ich habe das Pferdchen aufge­stellt, ich den Ochs, die Bäume etc.“

Von diesem ersten Tag im Dezember an herrschte Weihnachtsstim­mung und Weihnachtsfreude im Hause von Doña Cristina. Jeden Tag wurde sie besucht und die Krippe bestaunt. Am Abend war sie natürlich viel schö­ner mit all den klei­nen bunten Lichtern. Man konnte regelrecht die Weih­nachtsfreude schnuppern.

Dann wurde draußen das Leben hektischer. Jegliche Arten von klei­nen und großen Geschenken wurden feil geboten für Kinder jeglichen Al­ters, denn jeder sollte ein kleines Geschenk bekommen, auch die Verwand­ten oder Menschen, die uns im Leben etwas bedeutet haben oder noch be­deuten, egal ob sie in der Nähe oder in der Ferne wohnen. Vielleicht haben wir einige letztes Jahr vergessen, o je, das darf nicht mehr passieren.

In dieser Zeit steht Doña Cristina sehr früh auf, um zu beten, für ihre Fa­milie, Kinder und Enkel, einfach für alle…! Sie betet morgens, wenn sie erwacht und abends vor dem Schlafengehen. Manchmal beten sogar ihre Kinder und Enkel mit.

Draußen wird es immer unruhiger geschäftiger. Die Verkäufer ma­chen Re­klame für ihre Panetones, Christbäume, Spielsachen für Kinder, Haushaltsartikel, Kunsthandwerk, natürlich alles Sonderangebote mit viel Rabatt. Manche Leute be­schenken sich im Laufe des 24. Dezembers, andere warten wirklich bis Mitter­nacht.

Aber Doña Cristina ist eine fromme Frau und sieht, wie Weihnachten dem Konsumrausch zum Opfer fällt. So betet sie täglich, dass es wieder wie früher sein möge. Warum hetzen die Menschen herum? Wir brauchen doch nicht alles, wir haben doch so viel, nur weil es modern ist? Doña Cristinas Gesicht wird ernst. Eini­ge Dinge können warten, andere sind vielleicht vor­rangig. Schaut doch auf die inne­ren Werte, erinnert sie uns, schaut auf die guten Taten der Menschen. Das ist doch Weihnachten, das ist doch der Weihnachtswunsch unseres neugeborenen Christkindes, schauen wir uns doch alle an, in die Augen, in die Herzen. Dann ist wirklich Weihnachten.

Ja, Doña Cristina, ich bin einverstanden, so ist es. Wir müssen mehr das Herz ent­scheiden lassen, solidarisch mit den Mitmenschen sein, ein gutes und glückliches Familienleben anstreben. Dann ist wahrhaft Weihnachten. Dann ist auch Weih­nachten in der ganzen Welt.

Am 24. selbst herrscht noch einmal Hochbetrieb im Haus, es wird geputzt, gefegt und dann soll ja einiges für ein gutes Nachtessen im Hause sein an diesem großen Geburtstag, damit das Jesuskind auch im Hause bleibt.

Schon hört man draußen einige Raketen, da können einige Kinder nicht war­ten, die Lichter erstrahlen schon die Nacht und die Papas sind eifrig am Werk, alles vorzu­bereiten. Schon ist 10 Uhr am Abend und wir gehen alle zusammen in die Kirche, wo uns der Pfarrer ganz besonders heute zur Barmherzigkeit und Bescheidenheit aufruft.

Es ist schon fast 12 Uhr, als wir nach Hause kommen. Jeder hat Hunger und kaum einer kann das Nachtessen geduldig erwarten.

Hurra, 12 Uhr, Mitternacht, JETZT IST WEIHNACHTEN!

Wir umarmen uns, begrüßen und beglückwünschen uns, wir wünschen uns nur das Allerbeste, tauschen Erinnerungen aus, weinen, machen Versprechun­gen, uns zu helfen …etc. Wir gehen nach draußen, beglückwünschen unsere Nachbarn und alle, die draußen auf der Straße sind.

Und während das Nachtessen serviert wird, holen einige die Geschen­ke heraus. Da kommt Leben in die Bude, die Kinder rennen durcheinander, hüpfen vor Freude und rühren so manches Herz.

Und , Doña Cristina? Oh…. sie ist ganz beim Jesuskind. Sie hält es in den Händen und bald wird sie es in die Krippe legen. Das ist ein ganz beson­deres Ge­fühl. Sie weiß es und ihr Herz wird weich. Ein Enkel schleicht sich ganz nah an sie heran und im Kreise aller wird nun das Kind “geboren”. Und schweigend verspricht jeder in seinem Herzen, dieses Jahr diesem Kind ähnlich zu werden.

Endlich, es geht zum Nachtessen. Aber keiner fängt an, bevor nicht das Tischge­bet von Doña Cristina gesprochen ist, ein Dank für alles, was man im letzten Jahr empfangen hat. Zuerst gibt es Nudelsuppe mit Truthahn oder Hühnchen im Ofen gebraten. Und natürlich Kakao und Panetón.

Jetzt wird gesprochen, versprochen, abgesprochen, durcheinander gespro­chen, gelacht, von damals erzählt, sich für die Geschenke bedankt, die man natürlich ge­rade gebraucht hat, man trinkt Wein und stößt auf das kommende Jahr an, in dem man alles besser machen will, ………DAS IST WEIHNACHTEN. Und die Kinder sind mit ihren Spielzeugen und mit ihren Raketen beschäftigt.

Schon beginnt der neue Tag, es ist sehr früh. Die Kinder schlafen schon auf dem Schoß von Mama oder Papa und träumen vor sich hin. Ja, und bald ge­hen alle schla­fen und verabschieden sich mit: “Also dann, bis etwas später”. In der Weihnachts­nacht hatten wir vereinbart, zusammen den Weihnachts­feiertag zu verbringen, vielleicht am Strand, und irgendwo in einem Restau­rant essen zu gehen. So geht auch dieser Tag spät zu Ende. Am nächsten Tag trifft sich jeder wieder in seiner Arbeitsstelle, denn es ist ein Ar­beitstag wie jeder andere. Aber irgendwie ist der Anfang anders. Im Her­zen ist etwas geschehen, was man kaum beschreiben kann.

Doña Cristina ist mit ihren Gedanken schon bei der Ankunft der heiligen drei Köni­ge. Das ist eine andere Geschichte, die ich euch später erzählen werde. Oder ist sie vielleicht mit ihren Gedanken schon beim nächsten Weihnachtsfest?

SANTOS CALDERÓN CARMEN

frei übersetzt von Inge Auer